Más o menos se trata de eso, sólo de pensar sin más que pensar, y así ese pensamiento se encausa cada vez más profundo, más subterráneamente (si creyera en la psicología, diría in-concientemente) y va desplazando al resto de los pensamientos gruesos, redondos y pesados que tengo viviendo conmigo.
Esta diferencia entre lo grueso y lo fino, y además, lo delgado, la aprendí en shodo; por eso no se trata de adelgazar el pensar, de debilitarlo o convertirlo en anoréxico, sino, que se trata, más bien, de hacerlo más vivo, más circulatorio, más liviano, que no tire para abajo, que no ate a nada, que des-ligue.
Si uno las ve de cerca tienen una serie de agujeros, por los cuales circula el aire y mantienen al cuerpo libelular como flotando siempre. Esa es la sensación del pensar no-pensando: la del flotar del pensamiento, en él, finito, suave, leve; una idea como un copo de nieve, como un pétalo cayendo, oscilante hasta caer (justo donde debe) definitivamente atravesando el habla, flotando sobre ella, sobrevolándola, como las alas libelurares llevadas por el viento.
Es un regreso al goce, a la belleza y ese estado de felicidad primitiva que deja el pensar no-pensando: es caer hacia arriba, hacerse abismalmente liviano, libélula.
Hay una historia muy famosa entre Basho, maestro del haiku, y unos de sus discípulos, que más o menos cuenta que ambos están meditando acerca de quédebe ser un haiku, y en ese momento el discípulo dice:
Una libélula
Quítale las alas
Vainas de pimienta
La respuesta de Basho no tardó en aparecer, con la consecuente aclaración de lo que debía tener un haiku para llegar a ser tal:
Vainas de pimienta
Agrégale alas
Una libélula
Si la mecánica-física de la teoría del caos se puede resumir en un poema como este: una mariposa bate sus alas en las costas de Brasil y un tifón azota las costas de Japón; cuando la dinámica-orgánica del pensar de libélula se da, nos quedaría: cuando una libélula bate sus alas en un jardín cualquiera, una idea irrumpe-acontece y se desata en tifones en un corazón cualquiera, haciéndolo mas liviano, más aéreo, más libelular.
Como vainas de pimienta con alas, como el aire debajo de las alas, como el aire alrededor de la libélula, como la libélula, como sus agujeros, pensamiento flotante, aéreo, suave, que no pese, finito, como sus alas, alas, alas... así, el zen.
2 comentarios:
Vos y la chica de la fragilidad son raros, muy raros. si, si, muy raros...
gracias Fer querida, por el piropo y por pasar; cuando quieras, por aca andaré; gracias totales
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