Que toda palabra está de más, no cabe la menor duda; pero que algunas están desmedidamente de más, tampoco.
Hablo: enunciado en primera persona del presente indicativo, hace eso: indica (pretende hacerlo) una presencia ante un sujeto que la presencia y la traduce a lenguaje.
Miento: hablo. Se habla (en demasía), se miente (demasiado). El “sujeto” hablante es el mismo del que se habla, su soporte; y el “sujeto” enunciante no hace más que enunciarse en su hablar, en lo hablado por él, y (se) le vuelve insoportable.
Cuando no se tiene el cuidado en la elección de las palabras adecuadas, se cae en la miserable calumnia, hermana de la falsedad y la mentira, para armar el disfraz y la careta, nunca la máscara. El hablante no se enmascara, se oculta tras la careta o se disfraza.
Cosas muy diferentes, por cierto, son la máscara y la careta. Por una responde el cuerpo, por la otra, nada.
La careta se hace de palabras vaciadas y vacías de quien las enuncia. La máscara, de palabras plenas, llenas del cuerpo de la subjetividad de quien las enuncie. Uno es un trabajo en vano, un intento por llenar una omisión, una falta, un agujero. Otro, es un trabajo de enlace, de relación, de conexión de lo que va de la máscara al cuerpo. Se llena y alcanza su plenitud en su misma franqueza, y su sinceridad le otorga su veracidad al ser enunciada adecuadamente, en tiempo y espacio, en cuerpo.
Hay palabras que tienen un rebote, un efecto retroceso: bumerang, por ejemplo. Se debe estar preparado, alerta y capacitado para este retorno, para tal devolución, para los reintegros de ellas.
Hay otras que traspasan como balas, o quedan prendidas sobre un cuerpo como flechas. Y esas quedan, como herida o cicatriz, con quien la soportó, la toleró o la resistió.
Pero hay algunas que sirven como escudo o que sanan. Convalecer de lo que se dijo, recuperarse de lo dicho, con las marcas de esa enfermedad. Dolencia de la palabrería, de la cháchara, de la diarrea verbal que pinta a las cosas con ese perfume. Parloteo impune desde el sufrimiento egoísta, que por doler en demasía, debe ser transferido.
Insoportable silencio, para los mintientes; punto de partida para los hablantes.
Palabras que sanan. Palabras adecuadas.
Hablar del afuera, pensar el afuera, que no es vacío.
El arte de la fisiología médica ejercido por los poetas.
2 comentarios:
Ahora entiendo: ¿una revuleta blanchotiana al propio Foucault?
ohh.. hoOla.. ps me ayudaste a entender un poco mejor a foucault...
Es verdad interesante esta proyección acerca del discurso, pero es medio complicado comprenderle}jajaja}}}
creo estoy un poquito cerrada o me falta filosofar mas y no buscar siempre las cosas en lenguaje común..}bueno como sea}}
gracias.. y ps interesantes tus escritos
aqui andamos.. te invito a mi .)blog ..
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